lunes, 20 de marzo de 2006
Inventario Juvenil 52.
Inventario Juvenil
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Alfredo Godínez

Juan Soriano recordado por Palou.

Inicialmente pensaba poner toda una ficha biográfica de este célebre pintor y artista gráfico, pero haciendo honor al sobrenombre que el amigo Mario Martell me pusiera: blogger ultrapaloutiano. Pondré las palabras que Pedro Ángel Palou le dedicó en su blog (http://blogs.prisacom.com/palou) a Juan Soriano:
“Se nos ha muerto Juan Soriano y no puedo sino dolerme. Allí lo tengo, cerca, cuando presentamos la reedición de mi vida de Villaurrutia en la tumba del poeta. En Puebla, tantas veces, de tantas formas. Hay algunas palabras que se repiten cuando alguien intenta acercarse a la obra de Juan Soriano. Niño, juego, curiosidad. No niego la sesgada verdad que puedan encerrar. Sin embargo hay en su maestría en el trazo −yo mismo estoy viendo ahora, en mi casa, mi único Soriano, Apolo y las musas−, un lento madurar, un duro deseo de durar. Hay en la simpleza de formas de sus esculturas no sólo un bestiario particular sino una intención estética muy marcada (que por otro lado se repite en su cerámica o en sus excepcionales trabajos en plata) que lejos de pensar en producirnos una sensación lúdica nos invita a la profunda reflexión. ¡Cuánto ha sido decantado para llegar a este lugar en particular en el que se instala Soriano! Una palabra, sin embargo, no deja de rondarme ahora, como mosca, mientras intento quitarle toda adjetivación a una obra de una singular pureza plástica: alegría. La del movimiento, la del sustrato mítico de sus pinturas y dibujos, la de la mirada. Pero no es la alegría inocente de la infancia. Es la alegría socrática de quien lo ha comprendido todo. Soriano no coquetea con las modas, con las formas, con la naturaleza de sus materiales. Es él mismo. Soriano se pone a prueba y nos cuestiona desde esa curiosa alegre melancolía que nos sumerge, como si hubiésemos regresado de la muerte y pudiéramos al fin vivir la vida. ¡Cómo te vamos a extrañar, Juan!”
Este blog la generación del Crack busca interactuar con el lector y así lograr un foro de discusión o un intercambio de ideas. El primer turno fue de Volpi y ahora la estafeta le pertenece al autor del El diván del diablo (Ediciones B, 2005). La invitación esta hecha querido lector, aproveche esta oportunidad para poder intercambiar conocimientos, dudas y objeciones con un prolífico escritor poblano. Por cierto, Palou promete poner un texto diario y también responder los comentarios de sus lectores.
  
Un cuarto propio.

Virginia Wolf escribe esta reflexión estructurada a manera de ensayo y con elementos autobiográficos sobre la representación femenina existente en el ámbito literario sajón, después de haber sido invitada por una Universidad británica a dictar una conferencia sobre la mujer y la novela. En este texto nos muestra una necesidad de "un cuarto" propio, para poder "aislarnos" en nuestro "mundo interior", para alimentar nuestro espíritu. Pero ella siempre tuvo que compartir su espacio físico con maridos, hijos, familiares, visitas... sin poder disponer de tiempo y tranquilidad para poder leer o escribir.
Desde luego cuando uno tiene un cuarto propio en el pondríamos las fotos con amigos, familiares y algún lugar visitado, también un espacio para poner nuestros libros que son ex libris, algo así como nuestros libros de cabecera, aquellos que nunca prestaríamos a no ser que esa persona sea muy querida por nosotros. En fin uno podría en ese cuarto hacer y deshacer, tenerlo ordenado o en un orden caótico (ese en el que sólo la persona que lo habita sabe donde se localizan las cosas). Querido lector (a) vivimos en una sociedad en que nada nos pertenece ni la vida misma. Por ende sigue siendo difícil tener un cuarto propio de forma verídica, pues cuando uno vive en casa con sus padres, tenemos que cuidar el cuarto según el antojo y la forma de ver de nuestros familiares. Al estar soltero el gusto de tener un espacio para ti solito dura lo que tarde uno en casarse, después todo lo que componga la casa se va en gastos bipartitos, por lo tanto le pertenece a dos personas. Desgraciadamente la mayoría tiende a repetir el mismo viacrusis con sus hijos respecto al orden del cuarto. A veces todos tenemos un cuarto propio, pero solimos convertirlo en una jaula de oro, pues le invertimos demasiado a ese cuarto que si le damos un rayón creemos que el mundo se nos va a acabar y que de nada sirvió invertir en un espacio ya maltratado. Pero todo por servir se acaba y lo material es tan efímero. Por lo pronto no puedo quejarme tengo un cuarto no propio, pero mis libros tienen su espacio merecido y los demás componentes que aparentemente son basura, sin duda son los recuerdos que permanecerán como una constancia de vida. Tampoco me puedo quejar, tengo una vida semi-propia pero demasiado divertida, porque el hecho de poder estar en la raya, de hacer lo correctamente permitido, pero tener la opción de caminar por lo prohibido, le da a la vida el sabor necesario para creer que vale la pena vivir.  

Inventario Sentimental.

Dedico una canción bellísima de Alberto Cortez, que alguna vez grabara en concierto al lado de Facundo Cabral, a todos aquellos que han podido ser cómplices de travesuras, secretos y risas. Especialmente a: Pedro A. Palou García, Nacho Padilla,  Jorge Volpi, Xavier Velasco,  Roberto Martínez Garcilazo, Mario Alberto Mejía,  Arturo Rueda, Zeus Munive, Verónica Estay, Juan Carlos Canales, Atala Solorio, Miguel Maldonado, Mabel Aguilar, Jaime Mesa, Jaime Torreblanca, Yussell Dardón, Ma. Auxilio Spezzia, Carlos Alatriste, Elmer Sosa, Mario Martell, Martín Corona, Gerardo Pablo, Alex Ramírez, Olga Cuellar, Ingo Escutia, Alma Flores, Jenny Kim, Israel Aguilar, Teocitlalin Díaz, Viridiana Carreto, Alex Lima, Montse Báez, Adrián Mellado, Ana García Saravia, Xóchitl Hernández, Héctor Sánchez, Lynda Sánchez, Conrado Zepeda, Andrea Garza, Liliana “la jarocha”, Rosa Aurora, Abigail Martínez, Alicia Castañeda, Pamela Vázquez, Italia Vázquez, Analine García Torres, Teresa Moreno, Michel González, Carlos “Satanás”, Alba Lucía López (Sonora), Graciela Rodríguez (Saltillo), Héctor Pons (D. F.), Erika (D. F.) y desde luego a mis dos familias.  
A mis amigos les adeudo la ternura/ y las palabras del aliento y el abrazo,/ el compartir con todos ellos la factura/ que nos presenta la vida paso a paso.
A mis amigos les adeudo la paciencia/ de tolerarme mis espinas más agudas,/ los arrebatos del humor, la negligencia,/ las vanidades, los temores y las dudas.
Un barco frágil de papel/ parece a veces la amistad,/ pero jamás puede el tiempo/ la más violenta tempestad,/ porque ese barco de papel/ tiene aferrado a su timón,/ por capitán y timonel,/ un corazón.
A mis amigos les adeudo los enfados/  que perturbaron sin querer nuestra armonía,/ sabemos todos que no puede ser pecado/ el discutir alguna vez por tonterías.
A mis amigos legare cuando me muera/ mi devoción en un acorde de guitarra/ y entre los versos olvidados de un poema/ mi pobre alma incorregible de cigarra.
Amigo mío, si esta copla como el viento/ a donde quiera escucharla te reclamara/ serás plural porque lo exige el sentimiento/ cuando se lleva a los amigos en el alma.  
 
posted by Alfredo Godínez at 10:41 p.m. | Permalink |


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